Oreito nació junto a sus hermanos en la calle, como tantos otros gatos. Eran muy parecidos y se refugiaban bajo los coches o donde podían. A las semanas, sus 2 hermanos desaparecieron y quedó solo. Como podía, se buscaba la vida. Una vecina le ponía de comer cada noche. Una vez estuvo cojo y le pudo dar medicinas y se curó. Pero de repente, dejó de verlo. Llevaba ya 3 días sin verlo y se temía lo peor cuando una noche lo vio salir de unos cañaverales hecho polvo. No podía respirar, tenía los ojos prácticamente cerrados y muchísimos mocos. Debido a no tener olfato, no comía y se había convertido en un saco de huesos.
Rápidamente, esta mujer lo cogió y lo llevó al veterinario. Tenía un resfriado enorme, se portó estupendamente, hasta el veterinario se sorprendió de lo bueno que era un gato que venía de la calle. Le hicieron pruebas y estaba sano, solo había que curarle ese enorme resfriado.
Se curó y ya está sano y fuerte. Es un gato joven, nació aproximadamente en marzo y sólo quiere jugar y jugar.
Le encantaría vivir con otro gatito porque es super sociable, se ha criado en la calle rodeado de gatos y se lleva bien con todos.
Después de lo mal que lo pasó y su buen carácter no podíamos volver a dejarlo en la calle, por lo que buscamos un hogar para él donde lo quieran y lo cuiden mucho.
TC/