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Existen muchas razones por las cuales un gato pueda tener miedo a las personas. No hay que confundir un gato tímido o miedoso con un gato asilvestrado. Los gatos salvajes o asilvestrados son aquellos que no toleran al humano, nos tienen miedo y no quieren tener interactuar con nosotros, algo que hay que respetar. Son animales que prefieren vivir en libertad, aunque en la mayoría de los casos de las colonias de gatos en zonas urbanas, estos gatos dependen del ser humano para comer, pero prefieren no tener contacto con nosotros y permanecer en libertad.

Los gatos tímidos son gatos domésticos (lo contrario a asilvestrado) que por alguna causa nos tienen miedo. Podemos ayudarles a estar más tranquilos si nos tienen miedo a nosotros, simplemente cambiando nuestra forma de comunicarnos con ellos con nuestro lenguaje corporal, respetando siempre los límites que nos pongan y fomentando actividades que al gato le resultan positivas.

 Genética

Hay temperamentos miedosos que se pueden heredar, así como el miedo a los predadores (el humano ha perseguido y maltratado a los gatos desde hace cientos de años), sin necesidad de ser causado por ningún estímulo externo.

 Socialización

Los gatos que se han criado desde pequeñitos sin acceso a ningún humano, pasando la época de impronta en un entorno diferente, pueden tenernos miedo. Estamos hablando de gatitos menores de dos meses. También puede darse el caso de gatitos que nacen de madres asilvestradas, que reaccionan con miedo y defensa ante la presencia de humanos, impregnando así al gatito con la misma respuesta. Entonces decimos que o bien puede haber una falta de socialización con el humano, o una socialización aversiva.

 Traumas o experiencias negativas

Los primeros meses de vida del gatito son muy importantes. Si en estos meses tiene experiencias traumáticas o negativas con un ser humano, es muy probable que se convierta en un gato miedoso para siempre. Hay que tener cuidado a la hora de coger y manipular a un gatito, para no hacerle daño. También los gatos adultos pueden sufrir algún tipo de maltrato físico que pueda originar un comportamiento miedoso posterior, pero su reacción suele ser diferente, más cercana a la agresividad por miedo, que a comportamientos de huida. En cualquier caso, la emoción de base es el miedo.

Se pueden dar varias de estas causas juntas. Además, también tenemos a los gatos semi-asilvestrados, que no son domésticos ni asilvestrados al 100%, sino que pueden tolerar la presencia del humano, e incluso vivir en un entorno de semi-libertad (casa con acceso a un jardín por ejemplo), y permanecer a nuestro lado, pero nunca dejarse tocar ni coger por nosotros, prefiriendo tener libertad.

Si intentamos socializar a un gato asilvestrado, lo máximo que vamos a conseguir es un gato resignado, miedoso o tímido para siempre, que viva escondido sin ninguna calidad de vida. Los gatos asilvestrados deben vivir en libertad y ser respetados.


En cambio podemos dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a gatos que realmente necesitan ayuda para superar sus miedos, porque lo están pasando mal y son domésticos. Un gato equilibrado es un gato que controla sus emociones y reacciones, y que sabe gestionar sus respuestas en cualquier entorno. Quizás consigamos que el gato esté más tranquilo, pero ante la llegada de visitas se esconda, pero esto es normal, incluso en gatos sociables. Lo que queremos conseguir con estas pautas es ayudar a un gato que está en un estado de shock o miedo a relajarse y empezar a ser él mismo, pudiendo así vivir tranquilamente en casa sin necesidad de huir o esconderse. Recuerda que son los gatos los que ponen los límites, no podemos cambiar la personalidad de un gato, sólo vamos a ayudarles a encontrar el equilibrio ideal para cada gato.

Depende de la situación, podremos actuar de una u otra manera.

 Gatos escondidos detrás de un mueble o debajo de la cama

Normalmente son gatos que acaban de llegar a un lugar nuevo, un gato no puede vivir en este estado durante años, si es así probablemente hayamos cometido el error de encerrar a un gato asilvestrado. Si acabamos de traer un gato a casa, le hemos dado su “lugar de seguridad” (habitación sólo para él durante los primeros días), y permanece escondido, podemos ayudarle a salir de ese estado, incluso al entrar en la habitación, nos bufa para que no nos acerquemos. La primera regla es respetar ese bufido: si no quiere que te acerques, no lo hagas. Lo único que podemos hacer para ayudar a este gato son dos cosas: nuestro lenguaje corporal y “sobornos”.

 Nuestro lenguaje corporal

Por mucho que le hables al gato y le digas que no vas a hacerle nada, si mientras le hablas te aproximas hacia él de frente, de pie y mirándole fijamente, el gato va a entender tu lenguaje corporal, no tus palabras ni tu tono de voz, además percibe tus intenciones y tu energía. Es importante que entiendas cómo pueden influir tus gestos en el comportamiento del gato. Caminar de frente y mirando fijamente, el gato lo interpreta como amenaza, además si caminas hacia él, de pie, le da más miedo porque eres muy grande para él. Los gatos cuando no quieren conflicto y se quieren aproximar a otro gato de forma amistosa, lo hacen rodeando al otro gato, una aproximación en semicírculo, sin mirarle fijamente ni de reojo, además enseñando un lateral del cuerpo o la espalda. Nosotros podemos hacer esto mismo: aproximarnos al gato de lado o de espaldas, agachados y por un lateral, haciendo un semicírculo. Sin llegar hasta el gato, nos sentaremos dándole la espalda o de lado cerca de él. Esto el gato lo entenderá muy bien.

Otra señal de apaciguamiento que hacen los gatos y que comprenden como un gesto amistoso, es el parpadeo o pestañeo lento. Puedes mirar al gato, parpadear lentamente y bajar la mirada. Normalmente el gato que no quiere conflicto te devuelve el parpadeo y se crea así una comunicación amistosa.

No intentes tocarle ni aproximarte a él los primeros días, lo que vamos a intentar primeramente es decirle que no queremos conflicto y que está todo bien, con nuestros gestos. Verás cómo el gato se relaja y responde con más gestos de apaciguamiento. Quedará claro que por ninguna de las dos partes hay amenaza ni conflicto, eso es lo primero que hay que hacerle entender.

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 Sobornos

Consiste en crear momentos que el gato te relaciona con algo positivo, en este caso queremos que el gato relacione nuestra presencia con algo que le gusta. Cada gato es un mundo y cada uno tiene sus preferencias, unos son irresistibles al embutido, otros al pollo, otros prefieren el juego. Hay que encontrar su punto débil, para que pueda superar sus miedos ante el irresistible olor de esa comida que le encanta o ese juguete que necesita cazar. Mediante este tipo de sobornos podemos conseguir que el gato “pierda la vergüenza” y se lance a por lo que le gusta. Lo normal es que si conseguimos con esto que el gato salga de ese estado de miedo y shock, una vez termine de comer y de jugar, vuelva a esconderse. No pasa nada, es normal. Lo importante es que por unos momentos hemos conseguido sacar al gato de ese estado, lo que quiere decir que vamos por el buen camino. Si seguimos haciendo estas pautas veremos como poco a poco el gato va tomando más confianza.

 La impaciencia

¡Es importante tener paciencia! Si consigues que el gato salga a comer o a jugar, pero sigue con miedo, no tengas prisa por tocarle o cogerle en brazos, porque podrías estropear todos los avances. Lo ideal es que sea el gato el que se acerque a ti, a olerte, a comer cerca de ti, mientras tú permaneces inmóvil, sin mirarle nada más que para parpadearle y quitar la mirada, de lado o de espaldas, e incluso tumbado boca arriba (si te quedas dormido, ¡mejor!). Si cuando el gato consigue superar un poco su miedo y acercarse a ti, tú aprovechas para tocarle o cogerle, la próxima vez no se fiará tanto y volverá a tardar en acercarse. Pero si esperas al momento oportuno en el que sea el gato el que vaya a ti, le ayudarás más.

Cuando llegue este momento, en vez de ir a tocarle de frente y con la mano por encima de su cabeza (de nuevo un lenguaje corporal ofensivo para el gato, amenazante), simplemente pon el dorso de la mano al lado de su mejilla y que sea él el que se roce contigo. Si lo hace, mantén la mano y espera, no intentes tocarle. Deja que el ritmo lo lleve el gato, y observa cómo poco a poco, se acerca más a ti, entonces ya podrás cambiar la posición de la mano e intentar tocarle suavemente por la base de la cola, la base de las orejas y la parte posterior del cuello.

 Gatos tímidos

Si tienes un gato que no está en estado de shock escondido sino que vive con vosotros por casa, pero tiene mucho miedo a que le toquéis e incluso cuando viene alguien nuevo se esconde, hay una regla de oro: No le agobies.

Si el gato no quiere ser acariciado, si sabes que no le gusta, no lo hagas. Practica las señales de apaciguamiento: parpadeo lento y quitar la mirada, no ir hacia él de frente sino de lado o de espaldas. Si te cruzas en el pasillo con él y sabes que le das miedo, date la vuelta y vuelve por donde has venido, dándole la oportunidad de caminar a él primero hasta donde se sienta seguro. O bien puedes caminar en semicírculo o de espaldas sin mirarle y pasar por delante de él, dándole a entender que simplemente pasas por ahí, no vas hacia él ni le persigues. Esto le ayudará mucho. Las visitas que tengas en casa podrían también hacer esto.

Si te fijas, los gatos se acercan siempre a las personas a las que no les gustan los gatos o no quieren contacto con ellos. Esto es porque estas personas, sin saberlo, gesticulan de esta manera, no les miran, no van hacia ellos, con lo cual el gato entiende que estas personas no son una amenaza y se acercan con más confianza, ¡sin saberlo hacen señales de apaciguamiento! Para que veas la importancia de nuestro lenguaje corporal.

Practica estas pautas con tu gato, respeta sus espacios y su tiempo, sus bufidos y necesidades, no le agobies con caricias ni seas impaciente, dale tiempo y deja que él lleve el ritmo de vuestra relación. Ayúdale a entender que no eres una amenaza y crea con él momentos positivos donde la comida o el juego favoritos estén presentes contigo a su lado.

No hay que forzar las situaciones, verás como poco a poco, el gato empieza a perder la vergüenza y ser él mismo. Si realizas estas pautas conseguirás mucha mejoría e incluso ayudar al gato a superar su miedo y trauma con las personas. Puede que en algunos casos necesites la ayuda de un profesional como Terapia Felina si el gato no mejora, para ayudarle a otros niveles y traumas más profundos, que podamos valorar hasta qué punto el gato puede mejorar o si realmente tiene otro tipo de necesidades o hay otro tipo de estímulos que le generan ese miedo.

Laura Trillo Carmona, Terapeuta Natural de Gatos y Comunicadora Felina

Terapia Felina

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